(Córdoba, 5 de septiembre de 2013) Tras un invierno que casi pasa desapercibido, la temporada apícola ya está a pleno en el norte del país y las regiones de monte nativo, sin embargo las lluvias que se habían anunciado para fines de agosto o principios de septiembre se están demorando en toda la provincia de Córdoba, en Santa Fe y Entre Ríos. Santiago del Estero y el Chaco también siguen con una prolongada sequía de casi dos años, sólo interrumpida por una sola lluvia en el mes de junio que trajo un alivio parcial.
La mala cosecha anterior, la sequía y el costo del transporte ha reducido el número de apicultores en trashumancia. Afortunadamente en la mayoría de comunicaciones que hemos tenido en estos últimos dos meses, los colegas nos confirman que las colmenas en general están muy bien, con abundante población y casi sin problemas sanitarios, salvo algunos casos aislados de nosemosis que, la mayoría de los productores profesionales, están mitigando con la inclusión de extracto de propóleos en los jarabes, a falta de la fumagilina que, por razones que no pudimos confirmar, no se consigue en el mercado.
Las causas de la agudización de los problemas ambientales no son una novedad para los lectores de Espacio Apícola. Hemos insistido en los últimos diez años en el rol preponderante que cumple el monte como precursor de humedad ambiente, diferenciales de presión atmosférica y precursor de precipitaciones. Hemos señalado en reiteradas oportunidades que los montes, la diversidad productiva y la colonización del territorio en parcelas familiares, contribuyeron a la adaptación de los ecosistemas a nivel de tropósfera (a nivel de superficie) mitigando los efectos climáticos de los grandes sistemas atmosféricos generados en los océanos y condicionados por las altas cordilleras. Esa adaptación, destruida por el desmonte masivo y los latifundios deshabitados y dedicados exclusivamente a monocultivos, agudizan estas condiciones climáticas y nos dejan a los humanos y las abejas, sin recursos para la necesaria recuperación tras las condiciones de desastre que se generan por sequía, inundación o incendios. La avaricia del sistema acabará, más temprano que tarde, con el sistema mismo.
El tiempo de bonanza en el que propusimos una
Ley de Diversificación Productiva Agropecuaria ya pasó, sin embargo los principios que nos inspiraron siguen absolutamente vigentes y los apicultores debemos divulgar nuestro conocimiento y el trabajo de nuestras abejas para contribuir en la remediación ambiental y productiva que el país necesita. No le temamos a reclamar y producir un cambio.
¡Disfrute de su Espacio Apícola!
Fernando Luis Esteban
Director