Cada vez que en la Argentina un sector es ahogado por la burocracia administrativa y fiscal, el Estado sale con un "plan" que termina convirtiéndose en una lápida sobre el sector de que se trate. Esto sucedió con los frigoríficos municipales... las cremerias... gran parte de la industria láctea regional... la producción cárnica... ¿Será el "Plan Apícola", que se anuncia en los ámbitos oficiales, una nueva lápida?. En contraposición presentamos en este mismo ejemplar la experiencia integradora desarrollada en Cuba y presentada en las páginas de Espacio Apícola por una de sus protagonistas.
Editorial
¿PLAN APICOLA O DE PAIS?
(enero de 2007) El 2006 fue otro año de importantes esfuerzos por parte de la familia apícola argentina. Con una producción escasa debido a las sequías y un precio que lentamente se fue mejorando en la medida que se fueron despachando los problemas de mieles de cosechas anteriores, todos los sectores de la cadena productiva debimos enfrentar la situación de un país que va recomponiendo sus precios, márgenes de ganancia en los demás rubros productivos y de servicios y de un cierto recalentamiento de la economía.
Un motor recalienta cuando se le exige sobre el límite de sus capacidades y no se le hace además, el mantenimiento o los recambios necesarios. Entonces, la energía que no abunda y no es barata, en vez de convertirse en trabajo se disipa en forma de calor, sin ser aprovechada y dañando al motor.
Cuando la solución pasa por aumentar las retenciones a un sector productivo, por más que no sea el nuestro, con la intención de subsidiar a otros sectores productivos, estamos poniendo un parche y recalentando peligrosamente la economía del país.
Estratégicamente en el siglo XIX optamos como país por la salud y la educación pública. Fundados en la búsqueda de la igualdad de oportunidades; es necesario subsidiar bien estos sectores. También estratégicamente se optó por invertir en la investigación del subsuelo buscando el autoabastecimiento energético, y así YPF e YCF asumieron, hace cien años, la exploración petrolera, gasífera y carbonífera que hoy explota el capital transnacional...
Después, nacionalizamos los ferrocarriles... también los cerramos y empezamos a subsidiar el transporte.
Además de que los subsidios bastardean cualquier actividad ¿qué costo burocrático tiene implementarlos? Por poner sólo un ejemplo ¿cuánto le cuesta a la ciudad de Córdoba otorgar un "vale lo nuestro" de $ 30, en papel, sellos, comprobantes, burocracia...?
Eso recalienta la economía, desperdicia, devalúa el peso.
Asusta la ausencia de proyecto de país. Los planteos que hacemos sobre la Unión Europea en este número son un llamado de atención, las experiencias de Patricio Crespo y Mayda Verde son aportes concretos a pensar en un proyecto integrador. La flora de traslasierra... un alivio, una sonrisa, una esperanza. Buena cosecha para todos y a cuidar el peso.
Fernando Luis Esteban
Director