(Córdoba, 5 de diciembre de 2012) El ordenamiento y la sistematización de la apicultura en la Argentina implican un esfuerzo mayúsculo y de resultado incierto.
En nuestra edición anterior destacábamos el reconocimiento que hacía el titular de sanidad apícola del Senasa sobre el fracaso del plan sanitario implementado por más de diez años.
En esta edición planteamos los lineamientos que el Senasa central está bajando a los agentes zonales, a las distintas regionales y a los gobiernos provinciales.
Para muchos es como hablar otro idioma. La Apicultura Argentina se desarrolló con base operativa y productiva en las praderas y "temporalmente" en montes de floración temprana e islas o montes de cosechas tardías. La base ambiental era, en más del 85% de las explotaciones, la pradera.
La sistematización alcanzada por muchos apicultores en ese esquema la hemos reflejado en nuestras páginas y es verdaderamente apoteósica. Sin duda Argentina llegó al primer puesto mundial no sólo por la cantidad de miel exportada en 1999 sino por el profesionalismo y las propiedades higiénico sanitarias de nuestra miel. Ningún otro país ha exportado en un año 100 mil toneladas de miel tal y como se extractaron en una sala, sin otro proceso.
La mayoría de los estudios más o menos científicos vinculados a la abeja y el ordenamiento de la actividad se fundaron en esas condiciones ambientales y productivas donde además se contó con una nada despreciable infraestructura de servicios en caminos, energía, industrias diversas, comunicación y capacitación.
En las últimas ediciones venimos destacando dos cambios sustanciales. El paisaje hacia donde se desplaza la Apicultura Argentina y los nuevos protagonistas que se incorporan a la actividad con más o menos la misma expectativa que los que lo hacían 20 años atrás pero, con condiciones generales más adversas.
Para esta realidad, la descentralización puede ser una herramienta útil pero, el andamiaje burocrático que se plantea, una quimera. Se multiplican las reuniones que se hacen para "promocionar" el sector, donde abundan funcionarios: nacionales, provinciales y municipales y escasean apicultores; en esas mismas reuniones se fomentan más comisiones para las que no hay gente. Todo favoreciendo la manipulación de los recursos públicos, disgregando al sector e imponiendo las reglas de juego de los intereses partidarios y de los monopolios económicos a los que sirven.
Fernando Luis Esteban
Director