(Córdoba, 12 de marzo de 2023) En algunos ámbitos académicos afortunadamente existe el celo por cuidar de la naturaleza, por ellos supimos que en el mundo hay 20.000 especies de "abejas".
Organismos internacionales, basados en la información que llega desde los ámbitos de investigación proponen políticas y medidas específicas para el control de tránsito de las especies consideradas invasoras y la diseminación de sus enfermedades. Nuestra "abeja"
Apis mellifera es una de ellas y se han implementado medidas muy estrictas en algunos países y en otros totalmente prohibitivas.
En estos doscientos años de historia, desde
Darwin en 1800 al presente, la población mundial se octuplicó, eliminando ecosistemas enteros y modificando sustancialmente la mayoría de los que quedaban. ¿Qué alimento de los que cotidianamente consumimos en la
Argentina pertenecen a nuestros ecosistemas originales anteriores a la colonización? La mayoría vienen del
Asia Menor, de
India, de la
Antigua Mesopotamia, de los países nórdicos, de
Grecia. Sí, la papa, el maíz, los porotos, el tomate, el girasol, el pimiento, el chocolate son americanos, alguno de ellos llegó a nuestras tierras antes que los españoles, otros con ellos. Ni el ñandú ni el guanaco son hoy habituales en nuestra dieta.
Hemos modificado la mayoría de nuestros ecosistemas introduciendo centenares de especies vegetales y animales y sus tecnologías de producción necesarias para ser comercialmente competitivos y también para alimentar la población que con sus ciudades y carreteras genera su impacto. Desmontamos, modificamos el uso y las características estructurales, químicas y microbiológicas del suelo, modificamos los cursos de agua. ¿Qué queda de lo original?
Estos ecosistemas muchas veces degradados, se los puede "remediar", no reconstruir. Es vital que preservemos ecosistemas sustentables y diversos mirando para adelante, haciendo más ambiental y económicamente viables los ecosistemas modificados para el presente y el futuro, en base a la elección de herramientas entre los recursos necesariamente preservados. En la planificación de esos ecosistemas posibles deben estar los políticos y los científicos.
Cuando en Espacio
Apícola 136 publicamos "Mito y Realidad de la Polinización en el Mundo" nos dimos con que gran parte de los alimentos que consumimos masivamente no precisan polinización, y los que sí la precisan son asistidos por no más de cuatro especies manejables entre las que está principalmente Apis mellifera.
La Apicultura está globalizada y se debate en la frontera de lo salvaje y lo cultivado, es centinela del ambiente, poliniza cultivos y fortalece la biodiversidad en los frágiles intervalos ecosistémicos. La presión agrícologanadera y el aislamiento debilitan a las abejas frente a las constantes innovaciones tecnológicas implementadas a un ritmo feroz. En ese escenario la apicultura parece necesitar un "salvoconducto" seguro, ágil, dinámico, que permita entre sus cultores acreditados convenientemente en todo el mundo intercambiar material genético para fortalecerse y adecuarse más fácilmente a los cambios. A eso parecen apuntar los apicultores entrevistados en esta edición de Espacio Apícola y creemos que el congreso de Apimondia en Chile, el próximo mes de septiembre, puede ser el ámbito de encuentro donde las autoridades sanitarias y políticas se enfoquen en implementar acciones en base a las necesidades de los productores y las recomendaciones de la ciencia.
¡Disfrute de su Espacio Apícola!
Fernando Luis Esteban
Director