(Córdoba, 5 de septiembre de 2012) Cuando arrancamos con "esto", viviendo en la ciudad de Córdoba, la iniciación apícola era "vení que te muestro". Subíamos a una camioneta maltrecha y apenas cruzábamos lo que hoy es la circunvalación llegabamos a un "montón" de colmenas protegidas por una cortina de árboles o un pequeño montecito. Un día templado, de los que tiene el invierno, se podía ver a las abejas yendo y viniendo de los nabillos acarreando polen en sus patas traseras, amarillo huevo, y así comenzaba la lección que terminaba al atardecer, tomando un fernecito y arreglando unos números como para empezar con unas pocas colmenas en esa misma temporada y ¡ver qué pasa!. Como ir a un baile, cabecearle a la morocha más simpática y ¡arrancar!
Ahora... por más que pidas el documento ¡tampoco te podés confiar! y con la apicultura pasa un poco lo mismo.
"En los bifes" más o menos las cosas son como con Adán y Eva, las abejas aguijonean, te la tenés que bancar y el lomo hay que agacharlo como todo lo que viene de abajo.
La
Dra. Mónica Wingenroth escribió, en la edición 95,
"Los ecosistemas autóctonos, la biodiversidad y una producción sustentable" un artículo que resume la perspectiva que guió sus trabajos, publicados en Espacio Apícola, sobre polen y miel desde hace más de 15 años.
En esos trabajos se describen y plantean las condiciones de "sustentabilidad" de las producciones, particularmente en los frágiles ecosistemas de secano, como casi todo Mendoza. Como San Luis, San Juan, Catamarca, gran parte de Córdoba, Santiago del Estero o el Chaco. En estos 22 años, muchas cosas han cambiado, pero nuestras páginas, muy lejos de la banalidad o el oportunismo, han madurado los conocimientos para amar, cuidar, administrar y hasta remediar la naturaleza herida. También hemos mostrado cómo diferenciar un producto para desarrollar todo su potencial y alcanzar el mayor valor agregado posible.
¡Disfrute de su Espacio Apícola!
Fernando Luis Esteban
Director